domingo, 29 de enero de 2023

💚 #meditación al #Evangelio de hoy (29 enero 2023). Cura de Toledo.

Reflexión. Carta a los Colosenses 7. 11-12

Vamos a tomar y reflexionar sobre la dureza de la vida y lo que en muchas ocasiones nos cuesta soportar. A este respecto en la Carta a los Colosenses 7, del versículo 11 al 12, nos da una chispa de esperanza  al decir: "La gloria de Dios, os de fuerza para soportarlo todo con paciencia, magnanimidad y alegría."

Por nosotros mismos no podemos nada, pero si es en el Señor, si podemos. Él nos da su fortaleza. Y lo soportaremos todo con paciencia y/o resignación. 

Santo Tomás de Aquino habla de la virtud de la Magnanimidad que nos ayuda a sobreponernos a los obstáculos sacando fuerza y sabiendo ver en cada dificultad una oportunidad que el Señor nos ofrece para unirnos más a Dios. 

Y por último, ofrecer  y entregar esas dificultades al Señor, siendo conscientes de que por nosotros mismos no podemos. Podemos exclamar:" Señor te lo entrego. (expresar esa situación que nos inquieta)"..Descargar ante Dios todo nuestro agobio porque Dios se interesa por nosotros. 


Nuestra pequeña oración de hoy es dejarnos en manos de DIOS: Esta dificultad te la entrego... y dejarla en sus manos sin someter nuestra mente a pensamientos inútiles que nos agotan. Somos de Señor y el Señor nos dará su fortaleza y sabiduría. Amén.

Nota: He escogido este versículo y comentario a raíz de lo que comentó en su día el "Cura de Toledo" en su Desayuno Espiritual. Este sacerdote, el Padre Valentín todos los días en You Tube hace un comentario al evangelio muy instructivo. Os dejo el enlace para que podáis escucharlo diariamente. Desayuno Espiritual



miércoles, 4 de enero de 2023

Testamento espiritual, Benedicto XVI

Se hace público el testamento espiritual de Benedicto XVI:
 «¡Manteneos firmes en la fe!»

En las últimas horas ha transcendido el testamento espiritual que dejó escrito Benedicto XVI el 29 de agosto de 2006. Un legado para todos los cristianos que no tiene desperdicio.

******

A continuación reproducimos íntegramente este valioso y bello texto:

"Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, hacia las décadas que he recorrido, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. En primer lugar, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión; siempre me levantó cuando empecé a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante. En retrospectiva veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y fatigosos de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.

Doy gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí una morada magnífica que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La lúcida fe de mi padre nos enseñó a los niños a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin este constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta. 

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os lo ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe. Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he hecho daño de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia están confiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! No se confundan. A menudo da la impresión de que la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- es capaz de ofrecer resultados irrefutables en contradicción con la fe católica. 

He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he podido comprobar cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente pertenecientes a la ciencia; del mismo modo que, por otra parte, es en el diálogo con las ciencias naturales como también la fe ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus pretensiones, y por tanto su especificidad. 

Hace ya sesenta años que acompaño el camino de la Teología, en particular de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.

Por último, pido humildemente: rezad por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en las moradas eternas. A todos los que me han sido confiados, mis oraciones salen de mi corazón, día a día.

Benedictus PP XVI.